sábado, 3 de outubro de 2020

Las cicatrices nunca se apagan...

Tengo muchas cicatrices 

que marcan mi cuerpo y mi alma.

La última está presente en mi pecho 

como recuerdo de la cirugia 

que me hicieron para salvarme la vida 

y que llevó cinco puentes de safena y una mamária.

Una cicatriz que la llevo con cariño 

porque mi Dios me ha dado 

una nueva oportunidad para continuar 

respirando, viviendo con los míos...

Soy y me considero un milagro 

porque a 120 días de la operación 

estoy cada día más fuerte 

y principalmente con muchas ganas de vivir.

Cicatrices en mis 67 años las tengo muchas...

en el cuerpo pocas, pero en el alma muchas y doloridas!!!!

Los de mi infancia los administré muy bien 

y en eso talvez la inocencia me ayudo muchísimo.

Ya en 1975 con 21 años...

Esa dejo marcas que munca se borraron 

porque mi futuro yo pienso que mis fracazos 

y por no haber alcanzado mis objetivos 

están ahí presentes para no olvidarlos nunca.

Y nunca las olvido!!!!

Aprendí a convivir con ellos

pero nunca los superé.

Todos tenemos cicatrices 

que vuelven a ser abiertas 

cuando algo nos recuerda áquellos momentos.

Las cicatrices son marcas 

que quedan para recordarnos 

que pasamos por momentos de dolor...

Tengo cicatrices de amor perdido 

porque amé y no fui correspondido... 

y cuando me amaron no 

correspondí a ese amor...

Hablar de ellos 

es una manera de exorcizarlos 

y a veces conseguimos y en otras no.

Yo soy una persona 

extremamente realista 

y por eso creo que aún estoy vivo.

Cuando llego al fondo del pozo 

y cuando todos piensan que estoy perdido...

Renazco como el ave de fenix 

y me reinvento para continuar viviendo...

No me perdí

por la educación que tuve con mi familia 

y por la educación salesiana que me fortaleció 

siempre en los peores momentos de mi vida.

Soy un sobreviviente 

y por ello quiero vivir mi vida a cada día 

como si fuese el último suspiro 

porque el mañana es una incerteza...

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